La primera muestra una religión que es un choteo... (a estas alturas creo que puedo decir que lo es) porque uno puede pedir que unas monjas recen para que te toque la primitiva o, sin salir de casa, ni molestarte, pedir la absolución por haber matado a alguien (está guay! es cómodo!!).
La segunda, muestra a una panda de machistas incorregibles, que consideran que su dios cree que unos son mejores que otros, y aún de esos... los unOs son mejores que las otrAs. Que en el año 5.767 de su calendario anden con estas gaitas me revienta, y más me cabrea pensar que hay mujeres que se dejarán atar y se perderán toda una vida de conocimiento... que no investigarán, que no progresarán como personas y que se dedicarán sólo a sus familias, no por convencimiento, sino por imposiciones ridículas de quienes dicen "saber interpretar" las palabras de dios.
En cualquiera de los dos casos, qué triste...
- Confesar los pecados vía email
(Vía La Voz de Galicia) - Rabinos ortodoxos prohíben a las mujeres cursar estudios universitarios (vía La Voz de Galicia)
El método es bastante sencillo. El pecador debe relatar en un texto de entre 1.000 caracteres y 3.500 caracteres qué mandamientos ha violado y cuáles son sus faltas. Después de escrito el email, el internauta sólo debe marcar la palabra Amén, que aparece escrita en rojo, y con la que se activa el envío del correo electrónico. En la pantalla del ordenador aparece después el siguiente mensaje: el alma atormentada por el peso de la culpa podrá presentarse en su parroquia y recibir la absolución.
Esta propuesta se suma a otra anterior, también italiana, que permite hacer plegarias por encargo. Una parroquia de Roma, la basílica de Santa Anastasia, ha puesto en marcha un servicio que permite a todos los feligreses que lo deseen marcar un un número de teléfono gratuito y dejar sus ruegos y súplicas en un contestador automático. Todos los miércoles entre las 21.00 y las 23.00, unos 1.500 fieles rezarán por que se cumplan.
Un comité de rabinos de la comunidad ultra-ortodoxa ha prohibido a las mujeres, que son las que mantienen el hogar mientras sus maridos estudian en los seminarios religiosos, seguir cursos universitarios para perfeccionar sus conocimientos.
Ese dictamen se inscribe en el marco de tres polémicos asuntos en el corazón de la sociedad ultra-ortodoxa: el de los límites de la educación para la mujer, la norma que exige a las casadas trabajar para mantener el hogar mientras sus maridos estudian en las academias religiosas, y la autoridad de los rabinos.
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